Ciudad de México, 7 de noviembre de 2025. La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México rechazó categóricamente este lunes la declaratoria de persona non grata contra la presidenta Claudia Sheinbaum emitida por el gobierno de Perú el 4 de noviembre, calificándola como “planteamientos falsos y calumniosos” que buscan desviar la atención de la crisis política en Lima, en una respuesta diplomática que incluye la expulsión recíproca del embajador peruano en 72 horas y la suspensión de cooperación cultural y comercial bilateral, exacerbando la ruptura de relaciones iniciada por el asilo concedido a Betssy Chávez, exministra de Pedro Castillo, y dejando a la región andina en un punto de no retorno que amenaza tratados como la Alianza del Pacífico y el comercio de 2 mil millones de dólares anuales. “Son planteamientos falsos que no tienen sustento jurídico ni factual; México defiende el derecho internacional y no tolerará injerencias ni difamaciones contra nuestra soberanía”, afirmó el canciller Marcelo Ebrard en una rueda de prensa en el Palacio de Tlatelolco, donde presentó una nota diplomática formal a Perú exigiendo retractación y amenazando con llevar el caso a la OEA si persiste la escalada.
La crisis diplomática estalló el 1 de noviembre cuando Sheinbaum concedió asilo político a Chávez, de 43 años, ex presidenta del Consejo de Ministros en el gobierno de Castillo, quien enfrenta 18 meses de prisión preventiva por “rebelión y conspiración” en el intento de autogolpe del 7 de diciembre de 2022, cuando el expresidente intentó disolver el Congreso y fue arrestado en minutos. Chávez, abogada constitucionalista y figura clave en el fallido decreto disolutorio, huyó de Lima el 30 de octubre tras un allanamiento en su casa y aterrizó en la Ciudad de México escoltada por diplomáticos mexicanos, argumentando “persecución ideológica” orquestada por la presidenta Dina Boluarte y el Congreso opositor. México, heredero de la tradición asilística de presidentes como Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría, invocó la Convención de Asilo Político de 1954 y la Carta Democrática Interamericana para justificar el refugio, un gesto que Perú interpretó como “interferencia en asuntos soberanos” y “protección a golpistas de izquierda”.
El canciller peruano Javier González-Olaechea, en su anuncio del 4 de noviembre en el Palacio de Torre Tagle, no midió palabras: “Sheinbaum es persona non grata por acoger a una conspiradora que atentó contra la democracia peruana; ordenamos el cierre de la embajada mexicana en Lima, la expulsión de su embajador en 72 horas y la suspensión de todos los tratados de cooperación, incluyendo la Alianza del Pacífico”. Boluarte respaldó la medida en X, acusando a México de “solidaridad selectiva con terroristas” y recordando que Chávez firmó el decreto que llamó a las Fuerzas Armadas a “reunirse con el pueblo”, un llamado que la fiscalía peruana clasifica como “incitación a la insurrección”. La ruptura, la primera entre Perú y México desde la independencia en 1821, afecta a 1.2 millones de peruanos en México y 300 mil mexicanos en Perú, congelando exportaciones de cobre y aguacates por 2 mil millones de dólares anuales y suspendiendo vuelos directos de Aeroméxico y LATAM.
Ebrard, en su conferencia de 45 minutos, desmontó la acusación: “Son planteamientos falsos; Chávez no es terrorista, es una política perseguida por su defensa de la soberanía. Perú usa esto para tapar su crisis: Boluarte enfrenta 80% de rechazo, corrupción en el Congreso y protestas masivas por el autogolpe que ella encabezó”. El canciller presentó documentos de la OEA que validan el asilo como “derecho humanitario”, y anunció contramedidas: expulsión del embajador peruano Francisco Sagasti el 7 de noviembre, cierre de la embajada en Lima y suspensión de la cooperación en cambio climático y migración, priorizando la protección de Chávez en la embajada mexicana en Lima hasta su traslado seguro. “No romperemos lazos culturales; pero la difamación tiene consecuencias. Si Perú persiste, iremos a la OEA y la ONU”, advirtió Ebrard, confirmando que Sheinbaum hablará con Lula da Silva y Gustavo Petro para una “solidaridad latinoamericana contra la injerencia”.
Sheinbaum, en su mañanera del 5 de noviembre, elevó el tono: “Perú acusa falsamente para distraer de su inestabilidad; México defiende principios, no pandillaje político. Chávez merece asilo, y nuestro apoyo es inquebrantable”. La presidenta, quien ha priorizado la diplomacia progresista desde octubre de 2024, anunció 100 millones de pesos para fondos de asilados políticos y mesas de diálogo con la OEA para mediar, mientras la SRE coordina con Brasil y Chile —socios en la Alianza del Pacífico— para boicotear cumbres peruanas. Boluarte, en X, replicó: “México protege golpistas; Perú defiende la democracia verdadera”. El canciller González-Olaechea exigió a la OEA “condena inmediata”, pero diplomáticos chilenos mediaron sin éxito, temiendo un efecto dominó en la región.
El impacto económico es inmediato: exportaciones mexicanas de tequila y aguacates a Perú cayeron 15% en 24 horas, según la Secretaría de Economía, y vuelos directos se suspendieron, afectando a 50 mil pasajeros anuales. En redes, #SheinbaumNonGrata suma 400 mil menciones, con memes de “asilo vs. expulsión” y apoyo de exiliados castillistas. Para México, con 12 millones de migrantes en EE.UU. y tensiones con Trump, este roce con Perú no es aislado: es prueba de diplomacia asertiva. Ebrard promete “respuesta proporcional”; Boluarte, “defensa soberana”. La ruptura diplomática late; Latinoamérica observa. ¿Retractación o escalada? El diálogo pende de un hilo.
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