Por Mauricio Palomares
En el universo de la moda masculina mexicana, donde pocas marcas han logrado posicionarse entre la tradición y la sofisticación, Alonzo Trezzo está trazando un nuevo camino. A través de su firma Atrezzo, el joven diseñador y sastre ha convertido a la guayabera —esa prenda histórica del trópico— en un símbolo de lujo contemporáneo y elegancia contenida.
Con formación en diseño y sastrería, y un ojo entrenado en la arquitectura de la prenda, Trezzo no se limita a replicar patrones heredados. Él los reinterpreta. En su visión, la guayabera deja de ser una camisa folklórica para convertirse en una pieza estructurada, minimalista y poderosa. Cortes sobrios, líneas limpias y una paleta neutra dominan su propuesta, que recuerda más a la sastrería europea que al souvenir de aeropuerto.
Pero el giro más interesante está en el diálogo entre modernidad y raíz. Lejos de borrar la identidad de la guayabera, Trezzo la refina: mantiene las alforzas y bolsillos icónicos, pero los reinventa desde la precisión del patrón y la selección rigurosa de materiales. Linos italianos, algodones egipcios, botones tallados a mano y acabados hechos por artesanos del sureste mexicano convierten cada prenda de Atrezzo en una obra silenciosa de lujo hecho en México.
“El lujo no tiene que ser ostentoso”, parece decir cada una de sus piezas. Y es precisamente en esa sobriedad donde Alonzo Trezzo encuentra su voz. Su guayabera puede habitar tanto un evento cultural como una junta diplomática o un shooting editorial. Es elegante, sí, pero también profundamente funcional.
Con un público que va desde empresarios y creativos hasta artistas y coleccionistas, Atrezzo se dirige a un hombre maduro y moderno que quiere vestir con distinción, pero sin disfraz. Uno que valora la herencia, pero exige actualidad.
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